El otro día, unos amigos me invitaron a una cata y una cena en su casa. Me dijeron que habían comprado un vino tinto que les había parecido bueno por su calidad y su precio y que querían compartirlo conmigo. Se trataba del Atardecer Roble Ribera del Duero, un vino que se puede encontrar en los supermercados Mercadona por solo 3,50 euros. Me pareció una propuesta interesante y acepté con curiosidad.
Cuando llegué a su casa, me recibieron con una copa de este vino y me contaron que lo elaboraba Bodegas Vilano, una de las bodegas más antiguas y prestigiosas de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Me explicaron que era un vino monovarietal de Tempranillo, la uva más emblemática de esta zona vinícola, y que tenía una crianza de tres meses en barricas de roble francés.
Lo primero que me llamó la atención fue su color rojo cereza con tonos violáceos, que mostraba su juventud y su intensidad. Al acercar la copa a la nariz, percibí aromas de fruta roja madura, como grosellas y moras, con unos toques de vainilla y regaliz procedentes de la madera. También noté notas balsámicas y herbáceas que le daban frescura y complejidad.
Al dar el primer sorbo, no me entusiasmó su sabor frutal y fresco, con una acidez algo alta y unos taninos algo secos. Es un vino ligero y fácil de beber, pero sin mucha personalidad ni carácter. Tiene un paso correcto y un final corto y discreto. Me pareció un vino correcto para el día a día, pero sin nada que lo hiciera destacar.
Mis amigos habían preparado unos platos para maridar el vino. Empezamos con unos quesos semicurados o curados, como manchego, idiazábal o gouda, que resaltaban los matices de la madera. Luego seguimos con unas carnes rojas a la brasa , como solomillo y entrecot , que contrastaban con el cuerpo y la estructura del vino. Los platos estaban deliciosos y se notaba el esfuerzo de mis amigos por hacer una buena cena.
La verdad es que fue una experiencia genial no acompañada por el vino. Eso si, pasamos un buen rato con la compañía de mis amigos. Charlamos, reímos y nos contamos nuestras cosas. Me pareció que el Atardecer Roble Ribera del Duero era un vino que ofrecía una calidad aceptable a un precio muy barato y que además no me sorprendía por su sabor frutal y fresco. Sin duda, no es un vino que repetiría.
Lo más divertido de la noche fue cuando uno de mis amigos se levantó para ir al baño y se tropezó con el mantel, tirando al suelo toda la botella de vino. Fue un momento cómico que nos hizo reír a todos. Menos mal que el vino no era muy caro. Aunque nos quedamos sin probar otra copa... En resumen un vino correcto y sin pretensiones con un precio muy adecuado y para el día a día. Si tienes una cena con amigos ... quizás me decantaría por otro tipo de vinos. Salud¡¡¡