Rioja Mezquino Crianza: el tinto que te enamorará

¿Te apetece disfrutar de un buen vino tinto? ¿Quieres sorprenderte con un vino que te haga sentir la esencia de la Rioja? Entonces, tienes que probar el Rioja Mezquino Crianza, un vino elaborado por la bodega Mezquino, situada en la localidad de Fuenmayor, en el corazón de la Rioja Alta.

La bodega Mezquino es una bodega familiar que lleva más de 60 años elaborando vinos con pasión y dedicación. Desde 1958, cuando José María Mezquino fundó la bodega, ha ido creciendo y renovándose, incorporando nuevas tecnologías y métodos de elaboración, pero sin perder su esencia familiar y artesanal. Actualmente, cuenta con 40 hectáreas de viñedo propio, situado en diferentes parcelas con distintos tipos de suelo y orientación, lo que le permite obtener una amplia variedad de matices en sus vinos.

Rioja Mezquino Crianza es uno de los vinos más emblemáticos de la bodega, elaborado con uvas 100% Tempranillo procedentes de viñedos de entre 20 y 40 años de edad. Las uvas se vendimian a mano y se seleccionan cuidadosamente antes de entrar en la bodega. Allí, se someten a una maceración y una fermentación alcohólica controlada en depósitos de acero inoxidable. El vino se cría durante 12 meses en barricas de roble francés y americano, donde adquiere complejidad y elegancia. Finalmente, se afina durante al menos 6 meses en botella antes de salir al mercado.

Un tinto con carácter

El Rioja Mezquino Crianza es un vino tinto de color rojo rubí con ribetes granates, limpio y brillante. En nariz, ofrece aromas intensos y variados de fruta roja madura (cereza, ciruela), regaliz, vainilla, coco, café y chocolate. En boca, es un vino carnoso, sabroso y equilibrado, con una buena estructura y unos taninos redondos y suaves. Tiene una acidez bien integrada y un final largo y persistente.

El Rioja Mezquino Crianza es un vino que combina la tradición y la modernidad, reflejando el terroir y el clima de la zona. Es un vino que expresa la personalidad del Tempranillo riojano, una variedad que se adapta perfectamente a las condiciones del suelo y del clima de esta región vinícola. Es un vino que muestra el buen hacer de la bodega Mezquino, que cuida cada detalle desde el viñedo hasta la botella.

Un tinto con personalidad

El Rioja Mezquino Crianza es un vino que tiene una personalidad propia, que lo hace diferente y único. Es un vino que tiene alma, que transmite sensaciones y emociones. Es un vino que tiene encanto, que seduce y conquista. Es un vino que tiene carácter, que no deja indiferente a nadie.

El Rioja Mezquino Crianza es un vino ideal para acompañar platos de carne roja, cordero, cochinillo, embutidos ibéricos o quesos curados. Se recomienda servirlo entre 16 y 18ºC . Es un vino que se puede disfrutar en cualquier ocasión, ya sea en una comida familiar, una cena romántica o una reunión con amigos. Es un vino que se puede guardar durante varios años en buenas condiciones de conservación, ya que tiene un gran potencial de envejecimiento.

¿Dónde comprar Rioja Mezquino Crianza?

Si quieres probar el Rioja Mezquino Crianza, puedes comprarlo en línea o en una tienda especializada. En la página web de la bodega Mezquino puedes encontrar más información sobre sus vinos, su historia y su filosofía de trabajo. También puedes contactar con ellos por teléfono o correo electrónico para hacer tu pedido o resolver tus dudas.

Rioja Mezquino Crianza es un vino tinto con carácter y personalidad, que te hará descubrir el encanto de esta región vinícola. No lo dudes y pruébalo, seguro que te enamora.

Extra... una historia de ficción sobre este vino.

La leyenda del Rioja Mezquino Crianza

Cuentan que hace muchos años, en la localidad de Fuenmayor, vivía un joven llamado José María Mezquino, que soñaba con elaborar el mejor vino de la Rioja. Era hijo de un humilde viticultor, que le había enseñado el amor por la tierra y por las uvas. José María trabajaba duro en el viñedo familiar, cuidando cada cepa con esmero y dedicación.

Un día, mientras paseaba por el campo, se encontró con una anciana que le pidió ayuda para cruzar un arroyo. José María no lo dudó y la ayudó con amabilidad. La anciana resultó ser una bruja poderosa, que quiso recompensar su bondad con un regalo. Le dijo que le concedería un deseo, el que él quisiera.

José María no se lo pensó dos veces y le pidió que le ayudara a elaborar el mejor vino de la Rioja. La bruja sonrió y le dijo que le daría una receta mágica, pero que tenía una condición: debía guardarla en secreto y no compartirla con nadie. José María aceptó y la bruja le susurró al oído los ingredientes y los pasos a seguir para hacer el vino.

José María siguió al pie de la letra las indicaciones de la bruja y elaboró un vino tinto con uvas 100% Tempranillo, que crió durante 12 meses en barricas de roble francés y americano. El resultado fue un vino excepcional, con un color rojo rubí, unos aromas intensos y variados y un sabor carnoso, sabroso y equilibrado. José María lo llamó Rioja Mezquino Crianza, en honor a su apellido.

El vino tuvo tanto éxito que pronto se hizo famoso en toda la región y más allá. José María se convirtió en un bodeguero próspero y respetado, que vendía su vino a buen precio y recibía elogios por su calidad. Sin embargo, también despertó la envidia y la codicia de otros bodegueros, que querían saber el secreto de su vino.

Un día, uno de ellos se acercó a José María y le ofreció una gran suma de dinero a cambio de la receta mágica. José María se negó a revelarla, recordando la condición de la bruja. El bodeguero insistió y le amenazó con arruinarlo si no accedía. José María se mantuvo firme y le dijo que prefería morir antes que traicionar su promesa.

El bodeguero se enfureció y juró vengarse. Esa noche, mandó a unos sicarios a incendiar la bodega de José María, donde guardaba todas sus barricas y botellas. El fuego devoró todo lo que encontró a su paso, dejando solo cenizas y humo. José María se enteró al día siguiente y corrió a ver lo que quedaba de su obra. Al llegar, se echó a llorar desconsoladamente, viendo cómo su sueño se había convertido en una pesadilla.

Entonces, apareció la bruja, que había visto todo lo ocurrido. Le dijo que lamentaba lo sucedido, pero que tenía una buena noticia: había salvado una botella de su vino mágico, la última que quedaba en el mundo. Se la entregó y le dijo que era suya, que podía hacer con ella lo que quisiera.

José María cogió la botella con cuidado y miró la etiqueta: Rioja Mezquino Crianza. Pensó en todo lo que había vivido por ese vino, en todo lo que había ganado y perdido por él. Pensó en la bruja y en su condición. Y entonces, tomó una decisión: abrió la botella y la compartió con la bruja, brindando por su amistad y por su vino.

La bruja se sorprendió y se alegró de su gesto. Le dijo que había hecho lo correcto, que el vino era para disfrutarlo y compartirlo, no para guardarlo y ocultarlo. Le dijo que había roto el hechizo, pero que no se preocupara, que no le pasaría nada malo. Al contrario, le dijo que le concedería otro deseo, el que él quisiera.

José María no se lo pensó dos veces y le pidió que le ayudara a reconstruir su bodega y a elaborar de nuevo el mejor vino de la Rioja. La bruja sonrió y le dijo que así sería, pero que esta vez no le daría una receta mágica, sino que le enseñaría todo lo que sabía sobre el arte de hacer vino. Le dijo que juntos crearían un vino único y especial, que llevaría su nombre: Rioja Mezquino Crianza.

Y así fue como José María Mezquino volvió a elaborar su vino, con la ayuda de la bruja y con su propio talento y pasión. Y así fue como nació la leyenda del Rioja Mezquino Crianza, un vino tinto con carácter y personalidad, que enamora a todo el que lo prueba.